10 mar 2008

Decálogo de cocina sana


Si el propósito de este nuevo año es comer sano, conviene plantearse objetivos realistas y llevaderos que no supongan mucho sacrificio.

Comer sano no es una tarea difícil, pero requiere esfuerzo y dedicación y, en muchos casos, exige el cambio de ciertos hábitos y costumbres aprendidas. Se requiere, sobre todo, tener el convencimiento de que comer sano no equivale a comer de forma aburrida y monótona ni tampoco es sinónimo de comer a base de alimentos 'light'. Todavía son muchas las personas que asocian el bien comer a las mesas repletas de comida, a platos muy elaborados y a las recetas tradicionales.


Las celebraciones y los días festivos son los momentos que mejor reflejan el culto a la comida y el placer por comer, aunque cada vez hay una mayor preocupación por la salud y por la alimentación. Por este motivo, a la hora de planificar los menús (incluso en las celebraciones), se seleccionan cuidadosamente los ingredientes del menú para llevar a cabo una comida sana. En ocasiones, sin embargo, la elaboración del plato, los condimentos que lo acompañan y las cantidades estimadas por ración hacen que la receta pierda su esencia de plato saludable y se convierta en un plato desproporcionado de calorías, grasas, sal o azúcares.

Diez trucos de cocina ligera

Si el propósito es comer de forma más sana, conviene plantearse objetivos realistas y llevaderos con el fin de ir acostumbrándose a una forma de cocinar diferente, que no suponga mucho sacrificio y que dé como resultado platos que compensen el cambio. A continuación se plantean diez propuestas de cocina sana, que se irán completando con nuevas y apetitosas sugerencias a lo largo del año.

1. Patatas fritas con apenas grasa. Se pueden conseguir patatas de aspecto y textura crujiente parecidas a las patatas fritas convencionales, pero más ligeras. Se parten en láminas finas, se extienden en la bandeja de horno sobre papel sulfurizado y se pulverizan con la mínima expresión de aceite. Se hornean al 'grill' hasta que queden doradas y crujientes. Igualmente, se puede reducir a la mitad (o más) el aceite que absorben las patatas fritas en caso de querer elaborar una tortilla. Para ello, las patatas cortadas en porciones se extienden sobre un plato, se añade un poco de agua y se cocinan en el microondas. Cuando estén cocidas, se saltean con un poco de aceite en la sartén antes de mezclarlas con el huevo y cuajar la tortilla.

2. Patés vegetales. Se consiguen al mezclar queso cremoso ligero o tofu (cuajado de soja) y la pasta obtenida al triturar diversos vegetales cocidos o asados con ajo. Si a la mezcla se añade clara de huevo, ésta sirve como emulsionante y le da el aspecto de una 'mousse'.

3. Platos más voluminosos de arroz, pasta o legumbres. Las calorías de estos platos pueden reducirse considerablemente si se mezclan con verduras y hortalizas o frutas, ya que se prescinde de los alimentos que tradicionalmente acompañan a las recetas tradicionales (tocino, morcilla, carne picada o chorizo, entre otros).

4. Empanados al horno. La técnica tradicional del empanado de la carne o del enharinado del pescado va acompañada de una fritura, lo cual aumenta considerablemente las calorías del plato. Se consigue un plato más ligero e igualmente crujiente si, una vez empanados, la carne o el pescado se asan en el horno.

5. Requesón en las ensaladas. Los quesos que suelen añadirse a las ensaladas suelen ser bastante grasos. Se pueden sustituir por queso fresco o por requesón, este último con aún más proteínas y menos grasas que el anterior.

6. Carnes y pescados aromatizados. Las hierbas aromáticas (tomillo, romero, albahaca, orégano o eneldo) y las especias son un recurso útil para reducir la sal en la cocina. La mezcla de condimentos puede ser casera, aunque también se pueden adquirir sazonadores de especias preparados para todos los gustos: 'curry', estilo cuscús, finas hierbas, barbacoa, para pasta o de pescados, entre otras muchas variedades.

7. Cocinar en microondas y en papillote. Ambas son dos técnicas culinarias saludables y muy adecuadas para cocinar carnes cortadas en tiras o en porciones pequeñas, pescados, hortalizas carnosas (calabacín, berenjena, calabaza, champiñones o setas), patata u otros tubérculos como la yuca o el boniato. El papillote exige poca preparación y poco tiempo de cocción, al igual que el microondas. De cualquiera de las dos formas, en pocos minutos los alimentos se cuecen en su jugo y quedan sabrosos sin añadir apenas grasas.

8. Salsas sin nata. La nata empleada como espesante en las salsas se puede sustituir por una besamel ligera. Asimismo, la leche o la besamel clarita se puede usar como elemento de ligazón de una salsa de queso roquefort, reduciendo así grasas y calorías. Las salsas y cremas de frutas o las frutas asadas son también el acompañamiento idóneo de carnes y aves y aportan menos calorías que las convencionales.

9. Gratinados crujientes sin queso. Los quesos empleados para gratinar son, en general, muy grasos. Para que el gratinado resulte más ligero se puede sustituir el queso por pan rallado o por huevo batido bien extendido.

10. Condimentos dulces. La canela, la vainilla, el clavo y el cardamomo son especias que con su marcado sabor compensan el dulzor típico de las recetas a las que se añaden normalmente (arroz con leche, natillas o flanes). Asimismo, se pueden emplear para endulzar y aromatizar cafés, tés e infusiones, y prescindir así del azúcar.

Las Bebidas

El agua es el principal componente del cuerpo humano, constituyendo un 60% del peso corporal y es imprescindible para asegurar la vida


La ingesta de bebidas pretende compensar las pérdidas de líquidos del organismo, que se eliminan por la respiración, la sudoración, la orina y las heces principalmente y que se estiman en unos 2,5 litros al día.

Las necesidades de agua varían en función de la edad, la situación fisiológica (embarazo, lactancia,…), la temperatura ambiental, el nivel de actividad física, el tipo de alimentación, etc. Se estima que la cantidad de agua que se debe ingerir al día está alrededor de 1,5-2 litros, ya que las necesidades hídricas se cubren no sólo con las bebidas, sino también con el agua de los alimentos.

Bebidas no alcohólicas

El agua es la bebida recomendada por excelencia en cualquier etapa de la vida, y contiene, además de la propia agua, sustancias minerales en cantidades variables (calcio, magnesio, sodio, hierro, flúor y yodo). Podemos encontrar dos tipos principales de aguas: agua potable no envasada (del grifo) y agua potable envasada, la cual puede ser, a su vez, mineral natural (rica en minerales y otros componentes que le atribuyen efectos beneficiosos), de manantial (sin las mismas propiedades) y preparadas (tratadas para ser potables). En cualquier caso, el agua no aporta calorías a nuestro organismo.

Las bebidas refrescantes

Son líquidos preparados a base de agua potable con o sin gas y algunos otros ingredientes, como extractos de frutas o plantas, zumo de frutas, agentes aromáticos, azúcar, edulcorantes, saborizantes, etc. Algunos ejemplos de bebidas refrescantes son las gaseosas, aguas con gas, los refrescos y bebidas con zumo de frutas, etc. En cambio, la leche, los preparados lácteos y los zumos de frutas no son bebidas refrescantes, sino alimentos líquidos. Cabe destacar que muchas bebidas refrescantes tienen un contenido elevado de azúcar (de media, unos 10 g por 100 ml del producto), a menos que contengan edulcorantes artificiales acalóricos; por lo tanto, los refrescos se tendrían que consumir de forma ocasional y no como sustitutos del agua.

Otro tipo de bebidas refrescantes son las bebidas deportivas o isotónicas que se consumen para reponer los líquidos y minerales perdidos durante el ejercicio físico por lo que suelen contener azúcares simples, vitaminas (C, complejo B y E), minerales y aromas de frutas.

Merecen atención especial los zumos de frutas, que dependiendo de los ingredientes utilizados y el proceso de elaboración conservan, en mayor o menor proporción, los nutrientes de la fruta fresca, aunque la fibra alimentaria nunca está presente. Algunos envasados contienen azúcares añadidos y/o aditivos, que deben figurar en la etiqueta. Los que mejor conservan las vitaminas, minerales y antioxidantes son los que se preparan para su consumo inmediato, aunque hay que insistir en que el contenido en fibra siempre es mucho menor que en la fruta entera. Otro aspecto a tener en cuenta es que con los zumos se tiende a ingerir más piezas de fruta de las recomendadas y en consecuencia también un exceso de azúcares.

Bebidas alcohólicas

Son todas aquellas que contienen alcohol etílico (etanol) en su composición. Dentro de éstas están las bebidas fermentadas, que se producen por fermentación de azúcares de frutas (uva, manzana), obteniendo vino, cava y sidra, o de la fermentación de cereales (cebada), obteniendo la cerveza. Por su contenido en antioxidantes, estas bebidas consumidas en las comidas y de forma moderada pueden tener un papel preventivo de ciertas enfermedades en adultos. En cambio, las bebidas destiladas como el aguardiente, el coñac, el ron, el vodka, el whisky y los licores se obtienen por destilación de mostos fermentados y tienen un gran contenido en alcohol y con ello, un elevado riesgo de toxicidad.